Ha pasado tiempo, mucho tiempo desde la última entrada. La anterior reseña era sobre un libro relacionado con el frente ruso durante la Segunda Guerra Mundial. La que hoy os voy a presentar también está relacionada con el frente ruso, pero unos 130 años antes, durante la fatídica campaña de Napoleón Bonaparte, emperador de los franceses, en 1812-1813.
Napoleón fue, indiscutiblemente, un genio militar y político. Aunque también un tirano que, durante más de una década, intentó someter a media Europa mediante el ejercicio de la fuerza y la conquista. Desde sus primeras campañas en Italia a finales del siglo XVIII (1796), hasta su definitiva derrota en Waterloo (todos los malos que van a Waterloo acaban encerrados) en 1815, el pequeño cabo Corso, se peleó contra Prusia, Rusia, Inglaterra, España, Portugal, Italia, Austria... Durante estas campañas, obtuvo renombradas victorias (Austerlitz, Friedland, Wagram, Borodino...) pero también sonoras derrotas (Trafalgar, Bailén, Waterloo...).
De todas las campañas, la más desastrosa para Francia fue sin duda la de Rusia. Durante la época del Imperio, las relaciones entre Francia y Rusia (representadas por las relaciones entre Napoleón y el zar Alejandro I) pasaron por varios momentos. Algunas veces de entendimiento, alianza y concordia, y otras, de enemistad y guerra. En uno de esos momentos de máxima tensión, Napoleón decidió invadir Rusia. Al frente de un ejército de más de 650.000 soldados, el 23 de junio de 1812, se lanzó a la conquista. El avance fue rápido, y en poco más de 2 meses, consiguió llegar a Moscú y capturarla, entrando en la ciudad el 6 de septiembre.
