viernes, 17 de agosto de 2018

Las memorias del sargento Bourgogne (Les mémoires du sergent Bourgogne), Adrien Bourgogne

Buenos días,

Ha pasado tiempo, mucho tiempo desde la última entrada. La anterior reseña era sobre un libro relacionado con el frente ruso durante la Segunda Guerra Mundial. La que hoy os voy a presentar también está relacionada con el frente ruso, pero unos 130 años antes, durante la fatídica campaña de Napoleón Bonaparte, emperador de los franceses, en 1812-1813. 

Napoleón fue, indiscutiblemente, un genio militar y político. Aunque también un tirano que, durante más de una década, intentó someter a media Europa mediante el ejercicio de la fuerza y la conquista. Desde sus primeras campañas en Italia a finales del siglo XVIII (1796), hasta su definitiva derrota en Waterloo (todos los malos que van a Waterloo acaban encerrados) en 1815, el pequeño cabo Corso, se peleó contra Prusia, Rusia, Inglaterra, España, Portugal, Italia, Austria... Durante estas campañas, obtuvo renombradas victorias (Austerlitz, Friedland, Wagram, Borodino...) pero también sonoras derrotas (Trafalgar, Bailén, Waterloo...).

De todas las campañas, la más desastrosa para Francia fue sin duda la de Rusia. Durante la época del Imperio, las relaciones entre Francia y Rusia (representadas por las relaciones entre Napoleón y el zar Alejandro I) pasaron por varios momentos. Algunas veces de entendimiento, alianza y concordia, y otras, de enemistad y guerra. En uno de esos momentos de máxima tensión, Napoleón decidió invadir Rusia. Al frente de un ejército de más de 650.000 soldados, el 23 de junio de 1812, se lanzó a la conquista. El avance fue rápido, y en poco más de 2 meses, consiguió llegar a Moscú y capturarla, entrando en la ciudad el 6 de septiembre. 

Y aquí es dónde empiezan sus dolores de cabeza y casi el inicio del relato de nuestro protagonista, el sargento de velites de la guardia imperial Adrien Bourgogne. Por orden del gobernador y mediante actos de sabotaje, la ciudad fue quemada hasta los cimientos. Este hecho, unido a una maniobra envolvente por parte del ejército ruso, provocó la decisión de Napoleón de emprender la retirada el 19 de octubre. La decisión fue, desde un punto de vista militar, un desastre. El ejército francés no contaba con los pertrechos suficientes, y además, ese invierno de 1812, fue uno de los más duros en años.

               


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