Buenas noches,
Aquí os dejo la segunda parte de la entrada sobre la batalla de Stalingrado redactada por @morroamarillo. Disfrutadla.
Los francotiradores soviéticos
también sembraron el pánico entre las tropas alemanas, pero no entre los
soldados de a pie, sino también entre la oficialidad, ya que estos tiradores no
solían gastar una bala ni delatar su posición abatiendo a un simple schutze.
Otra de las grandes cualidades de
la Wehrmacht era el apoyo aéreo cercano (CAS, por sus siglas en inglés). Era
una táctica que, sirviéndose de la buena precisión de los stukas, permitía
atacar tropas enemigas que se encontrasen muy cerca de tropas aliadas. La
batalla, al darse en un terreno totalmente derruido y donde ambos bandos
estaban totalmente mezclados y entrelazados, fue muy complicado servirse de
esta estrategia y lograr la clara ventaja que ella proporcionaba.
A nivel operacional podemos
resumir los combates en la ciudad como un continuo flujo de soldados hacia el
interior de la misma. El objetivo de los soviéticos era desangrar al ejército
alemán y mantener en el margen occidental del Volga cabezas de puente por las
que desembarcarían los continuos refuerzos. Por contrapartida, el objetivo
alemán era conquistar estas cabezas de puente para consumar la total conquista
de la ciudad. Para que os hagáis una idea, los alemanes llegaron a contar con
el 90% de la ciudad en sus manos.
Ante este panorama nos situamos a
mediados de noviembre, pero ya no en la ciudad sino en la retaguardia y los
flancos del 6º Ejército de Paulus, que estaban guarnecidos por tropas rumanas,
muy inferiores. Nos estamos refiriendo a la Op. Urano, que se lanzó un 19 de
noviembre y logró embolsar al 6º Ejército (que continuaba desangrándose en la
ciudad) y a sus aliados colindantes. Ésta fue una decisiva victoria soviética.
Es irónico, pero la batalla por la toma de la ciudad se decidió fuera de ésta.
Con el cerco del 6º Ejército
todas las posiciones alemanas en el sur de la Unión Soviética estaban ahora en
peligro. Tal fue la magnitud de desastre. El 24 de noviembre, Hitler declaró la
sitiada ciudad “Fortaleza Stalingrado”. Esto significa que las posiciones
deberían defenderse a toda costa y hasta el último hombre. En seguida se puso
en marcha un puente aéreo para abastecer a las tropas que se encontraban
rodeadas. Hermann Göring, comandante supremo de la Luftwaffe, aseguró a Hitler
que la cosa era pan comido. Nada más lejos de la realidad. Veamos las cifras
que da Beevor en su obra
Stalingrado:
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El 6º Ejército necesitaba 700 tn al día en
suministros.
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Göring prometió que sus aviones podrían entregar
500 tn al día.
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Solo fue posible entregar 350 tn al día y
durante un corto espacio de tiempo.
Como veis el puente aéreo fue un
rotundo fracaso y las bravatas de Göring solo sirvieron para apaciguar a Hitler
un par de días.