Buenas noches,
Después de un pequeño parón debido a la cuesta de Enero (si, hasta para escribir entradas en el blog la cuesta de Enero afecta) volvemos a la carga. Una de las cosas buenas que tienen las redes sociales es que puedes conocer personas con tus mismos gustos y aficiones, y eso sin duda es tremendamente enriquecedor.
A raiz de esto que os cuento, he tenido la gran suerte de conocer a Javi, twittero (lo podéis seguir en la cuenta @morroamarillo), estudiante de Historia y un gran aficionado a la Segunda Guerra Mundial. Fruto de este encuentro, ha surgido la idea de colaborar en este blog, no sólo con reseñas sobre libros si no con aportaciones relacionadas con episodios de la historia. Y como estamos celebrando el aniversario del fin de la batalla de Stalingrado, pues que mejor que empezar esta nueva andadura con una entrada sobre dicha batalla.
Sin enrollarme más, aquí os la dejo.
Aprovechando el aniversario del
final de la batalla inicio mi andadura en esta web como colaborador de Librosbelicos.es
La “aventura” alemana en el este
comenzó, como todos sabéis, con la Op. Barbarroja. Esto es la invasión alemana
de la Unión Soviética que implicó la ruptura del pacto Ribbentrop-Mólotov (un
pacto de no agresión mediante el cual, a grosso modo, Alemania y la URSS se
repartían Europa del este). Los avances alemanes, con mayor o menor acierto, se
dividieron en tres frentes:
El Grupo de Ejércitos Norte al
mando de von Leeb tenía por objetivo tomar la importante ciudad de Leningrado
(hoy San Petesburgo), ciudad que aguantaría un terrible asedio de casi 900 días
(hasta enero de 1944 no sería liberada) y que se cobró la vida de más de millón
y medio de personas, entre civiles y militares.
El Grupo de Ejércitos Centro al mando de von Bock tenía por objetivo la captura de Moscú, eje neurálgico soviético (no solo político e institucional, ya que por ahí pasaban las únicas rutas de comunicaciones que unían Leningrado con el resto de la Unión Soviética). La lucha por la toma de la capital soviética, entre octubre y enero de este año, se vio truncada por la tenaz resistencia soviética y el intenso frío (se alcanzaron temperaturas de - 50º). Lo más cerca que los alemanes llegaron a estar de la ciudad fueron unos 20 km, aproximadamente.
El Grupo de Ejércitos Centro al mando de von Bock tenía por objetivo la captura de Moscú, eje neurálgico soviético (no solo político e institucional, ya que por ahí pasaban las únicas rutas de comunicaciones que unían Leningrado con el resto de la Unión Soviética). La lucha por la toma de la capital soviética, entre octubre y enero de este año, se vio truncada por la tenaz resistencia soviética y el intenso frío (se alcanzaron temperaturas de - 50º). Lo más cerca que los alemanes llegaron a estar de la ciudad fueron unos 20 km, aproximadamente.
El Grupo de Ejércitos Sur al
mando de von Rundstedt tenía por objetivo la ocupación del bajo Don, en Ucrania.
Para esto era necesario tomar Kiev y aniquilar a las fuerzas soviéticas al
oeste del río Dniéper con el fin de cubrir el flanco sur del Grupo de Ejércitos
Centro en su avance hacia Moscú. Las maniobras alemanas y la total y absoluta
incompetencia de Stalin, que negó retirarse de la ciudad, provocaron que los
alemanes tomaran Kiev el 19 de septiembre con la captura de más de medio millón
de soviéticos y casi mil carros de combate. A esto hay que sumarle las casi
300.000 bajas provocadas por los combates antes de la toma de la ciudad.
Pasando a hablar de las bajas soviéticas en el cómputo general de la Op. Barbarroja, y teniendo siempre en cuenta que estos datos son aproximados, estaríamos refiriéndonos a un total de cuatro millones y medio de bajas, donde algo más de tres millones corresponden a muertos y casi un millón y medio a heridos. Por el lado alemán nos topamos con ciento ochenta mil muertos y algo más de medio millón de heridos. La diferencia entre ambos ejércitos es muy palpable.
Como vemos, los avances alemanes
en los primeros días de Barbarroja fueron imparables. A esto hay que sumarle el
aura de invencibilidad que rodeaba a la Wehrmacht, ya que venía triunfante de
Polonia, Francia, los Balcanes, etc. Tenemos que dejar claro que los combates
que se dieron en estos duros meses no correspondían a combates urbanos (salvo
contadas excepciones), sino a grandes movimientos de tropas por las estepas con
el fin de embolsar a los ejércitos soviéticos. Maniobras en las cuales los
alemanes eran pioneros gracias a teóricos del arma acorazada como Guderian. Destacar
también el importante apoyo de la aviación, totalmente subordinada a las
fuerzas de tierra. En ningún caso nos topamos con batallas urbanas tales como
las que se dieron a finales de la guerra (Budapest y Berlín son dos buenos
ejemplos, aunque ninguna alcanzaría las dimensiones de Stalingrado), por lo que
los alemanes no pudieron suponer lo que estaba a punto de pasar en Stalingrado,
una ciudad industrial a orillas del Volga.
La Op. Barbarroja termina
oficialmente el 5 de diciembre y, pese a las perdidas soviéticas (tanto humanas
y materiales como territoriales) es una victoria estratégica para ellos ya que lograron
mantener el control de Moscú y Leningrado, dos de los principales objetivos
alemanes.
Recapitulando, nos centraremos única y exclusivamente en el frente sur de la Wehrmacht a fin de hacer una breve reseña de lo que fue la batalla de Stalingrado. Nos situamos a comienzos del año 42, el que sería, en mi opinión, el punto de inflexión en la guerra. El objetivo del Grupo de Ejércitos Sur era doble: por una parte hacerse con los territorios ucranianos, el granero de Europa (en la mente del Estado Mayor alemán estaba todavía muy fresco el recuerdo del bloqueo naval al que fue sometida Alemania por Inglaterra en la 1ªGM), y por otra parte estaba la idea de conseguir hacerse con los ricos campos petrolíferos del Cáucaso.
Las ofensivas en el sur se
relanzan en el verano del 42 aprovechando las buenas condiciones climáticas. El
escenario aquí dista mucho de lo que los alemanes se encontrarían seis meses
después: calor, avances imparables por las grandes llanuras ucranianas,
abundantes víveres, etc. Nos situamos, pues, en el marco de la Operación Azul,
una operación bastante optimista que no tuvo en cuenta la extensión de sus
pretensiones unida a las pocas tropas con las que Alemania contaba (ya sabéis
aquello de que quien mucho abraza poco
aprieta). Esta operación implicó la bifurcación del Grupo de Ejércitos Sur
en dos unidades: el Grupo de Ejércitos A tenía por objetivo capturar los campos
petrolíferos del Cáucaso (entre sus unidades podemos destacar el 1º Ejército
Panzer y el 11º Ejército). El grupo de Ejércitos B tenía por objetivo la
captura de la ciudad de Stalingrado con el fin de cubrir el flanco izquierdo
del Grupo de Ejércitos A en su camino al sur (entre sus unidades destacadas podemos
observar el 6º Ejército, verdadera víctima de Stalingrado, el 4º Ejército
Panzer, y los ejércitos aliados de italianos, rumanos y húngaros, que cubrirían
los flancos mientras los principales se adentrarían en la ciudad para tomarla).
El
primer bombardeo que sufrió la ciudad de Stalingrado sería por parte de la
Luftwaffe el 23 de agosto. Se arrojaron mil toneladas de bombas sobre la
ciudad, cosa que lejos de mermar la resistividad soviética y allanar el camino a
la infantería causó todo lo contrario. Las primeras unidades alemanas se divisaron
en los arrabales de la ciudad el 29 de agosto.
En septiembre ya
observamos un atisbo de cómo iba a ser la batalla durante los siguientes meses:
una lucha cuerpo a cuerpo dónde ya no se luchaba por una ciudad en concreto,
sino que se luchaba habitación por habitación. La simple captura de un edifico
totalmente derruido podría suponer un coste enorme en cuanto a tiempo y
soldados. Los blindados se volverían totalmente inútiles y vulnerables en los
combates a corta distancia que se producían entre los escombros. Por poner un
ejemplo, para reducir la capacidad de una columna panzer bastaba con destruir o
dañar lo suficiente al tanque que iba en cabeza para inmovilizar a todos los
demás.
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